En el año de 1972, la experiencia del voluntariado nacional nace en la Inspectoría de Ecuador con dos jóvenes del Centro Juvenil de María Auxiliadora de Cuenca. Las primeras comunidades SDB en recibir a voluntarios fueron las de Yaupi, Sucúa y Riobamba, donde los jóvenes vivían la experiencia de un año de servicio.
Ocho años más tarde, el Capítulo Inspectorial de 1980 asume oficialmente la experiencia del voluntariado y los primeros encargados de llevar adelante esta iniciativa fueron el padre Jaime Calero y padre Manuel Hidalgo. Esta propuesta creció con el pasar de los años y, en 1989, las comunidades de las FMA abrieron sus puertas para recibir a voluntarios y se inició un trabajo coordinado por ellas. Por su parte, las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María se integran al proyecto.
A inicios de la década del 2000, el voluntariado es asumido por la Familia Salesiana, siendo una iniciativa pionera dentro de la Congregación al juntar a tres ramas (SDB, FMA, HHSSCC) para la coordinación en equipo de las tres etapas: prevoluntariado (antes), voluntariado (durante) y posvoluntariado (después). Y, desde el 2010, se cuenta con el Proyecto del Voluntariado Juvenil Misionero de la Familia Salesiana (VJMFS)
Desde el 1982, año en que se tienen registros históricos, hasta el Envío Costa 2022-2023 fueron enviados un total de 2594 voluntarios, cuya labor es ayudar a diferentes grupos prioritarios aportando con sus capacidades físicas e intelectuales en comunidades de la Sierra, Costa y Amazonía. Ellos contribuyen, por ejemplo, a la educación de comunidades andinas y amazónicas; a la difusión de la palabra de Dios como catequistas, y acompañando en el cuidado y formación de niños y jóvenes en situaciones de riesgo y vulnerabilidad en el Proyecto Salesiano “Chicos de la Calle”.
Conmemoración de un legado
En el 2022, el proyecto del Voluntariado Juvenil Misionero de la Familia Salesiana (VJMFS) cumplió 50 años de vida y la Inspectoría Salesiana en el Ecuador celebró estas bodas de oro con una eucaristía de acción de gracias desarrollada el sábado 12 de noviembre en el Santuario María Auxiliadora El Girón de la ciudad de Quito. Allí se congregaron voluntarios, exvoluntarios, Voluntarios por Siempre (VPS) y grupos de la Familia Salesiana para agradecer a Dios por el camino de servicio recorrido.
El padre Francisco Sánchez, inspector, fue quien presidió la Eucaristía y durante su homilía les dijo a los jóvenes presentes que el voluntariado es solo un paso, un escalón en la propuesta que Dios tiene para su vida. “Él quiere mucho más, Él los quiere activos en la sociedad, que la construyan ustedes, la lideren, los quiere en la Iglesia, en la Familia Salesiana compartiendo el carisma y la misión de Don Bosco, lo quiere, como decía Don Bosco, felices en el tiempo y en la eternidad”.
Hizo un llamado para que los jóvenes no busquen la satisfacción en alcanzar cosas, sino en el hecho de decir “aquí estoy” cuando Dios nos llama y dar lo mejor de cada uno. Asimismo, les motivó a que sean discípulos de Jesús que, frente a la invitación de seguirlo, se arriesgan y lo intentan. “Sean creadores de buenas noticias en el pueblo shuar, achuar, en las periferias de las ciudades donde están nuestras obras”.
Al término de la Eucaristía, se organizó un acto cultural en el coliseo de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS) donde se entonó el himno oficial del voluntariado y se presentaron varios números artísticos protagonizados por los mismos jóvenes. Además, se entregó un detalle conmemorativo a los salesianos, hijas de María Auxiliadora, hijas de los Sagrados Corazones y seglares que formaron parte de los equipos de animación del proyecto del VJMFS.
Previo a estos actos, el viernes 11 de noviembre, en el Centro de Espiritualidad San Patricio, se llevaron a cabo foros formativos y experienciales desde la opción del voluntariado, los cuales tuvieron como objetivo brindar un espacio de diálogo y escucha para profundizar sobre el fin social, profesional y humano que persigue el posvoluntariado en la sociedad actual, así como invitar al compromiso como parte de la Familia Salesiana mediante testimonios de miembros de distintas ramas y de posvoluntarios.
Por la noche, se vivió un momento emotivo con la Vigilia Juvenil “Ven y verás”, donde más de 100 jóvenes participaron de un momento de oración, reflexión y compromiso frente al llamado de Dios.
Envío de voluntarios internacionales
En el marco de las celebraciones por los 50 años del VJMFS, se realizó el envío de 9 voluntarios misioneros profesionales internaciones y dos voluntarios misioneros profesionales nacionales. Estas formas de voluntariado buscan promover una experiencia misionera que permita a los jóvenes o adultos profesionales poner al servicio de la comunidad, en especial a los más pobres, sus capacidades intelectuales.
A continuación, el testimonio de cuatro voluntarios internacionales:
Ruth Tinizaray
“El voluntariado es una invitación de Dios, es un regalo para mi vida y me motiva mucho poder compartir a Cristo, poder hacerlo a través del servicio a otras personas y sé que yo también soy una destinataria de esta misma misión”.
Verónica Oyervide
“Mi motivación principal es la vocación misionera que la experimenté cuando hice el voluntariado nacional en Wasakentsa y la inculturación con el pueblo achuar me llenó el corazón de mucho amor y quiero volverlo a vivir en la misión que vaya a Perú”
Juan Diego Ullaguari
“Mi motivación más grande es la familia, la educación familiar hacia la fe en Dios, y primordialmente es la motivación constante que recibí desde niño por parte de mi tía que es Hija de María Auxiliadora y todo esto me motivó a dar este paso”.
Roberto Coronel
“Lo que me motivó fue la experiencia de mis hermanas que fueron voluntarias nacionales, las misiones realizadas con los grupos ASU de pastoral de la UPS de Cuenca y lo hago también como una forma de retribuir las bendiciones que Dios me ha dado”.
El proyecto del voluntariado vive y vivirá en el corazón de los jóvenes, quienes han hecho de la frase: “Voluntarios, somos vida y esperanza”, un grito de motivación y un estilo de vida que no termina en un año porque siempre habrá algún niño, niña, adolescente o joven que necesite conocer el amor de Dios al estilo de Don Bosco.