Conclusión de la Meditación

1

A. Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios.

T. Y la viven cada día.

A. Renovemos nuestra disponibilidad total al Señor y nuestra entrega al apostolado entre los jóvenes. Pidamos a María Auxiliadora el don de la fidelidad. Inmaculada Virgen Auxiliadora,

T. Madre de la Iglesia, inspiradora y guía de nuestra Congregación, nosotros nos ponemos bajo tu protección materna y, fieles a la vocación salesiana, te prometemos traba- jar siempre a mayor gloria de Dios y salvación de mundo.

A. Confiando en tu intercesión,

T. Te rogamos por la Iglesia, la Congregación y la Familia Salesiana, por los jóvenes, sobre todo los más pobres, y por todos los que Cristo ha redimido.

A. Tú que fuiste la maestra de Don Bosco,

T. Enséñanos a imitar sus virtudes, especial- mente la unión con Dios, su vida casta, humilde y pobre, su amor al trabajo y a la templanza, la bondad y entrega ilimitada a los hermanos y su fidelidad al Papa y a los Pastores de la Iglesia.

A. Concédenos, María Auxiliadora,

T. Que nuestro servicio al Señor sea fiel y generoso hasta la muerte, para que podamos llegar a la alegría de la comunión plena en la casa del Padre. Amén.

2

A. María Auxiliadora,

T. Madre de la Iglesia, inspiradora y guía de la Familia Salesiana, tú intuyes maternalmente el corazón de todos los salesianos; tú iluminas y defiendes nuestra consagración apostólica; tú comprendes nuestras debilidades, limitaciones y sufrimientos; tú amas a la juventud que se nos ha encomendado, como don de predilección.

A. Virgen Santa, Madre de Dios,

T. Poderoso auxilio del Papa, de los Pastores y de todos sus colaboradores, acoge bajo tu solícita protección a esta humilde y laboriosa comunidad y haz que participemos cada vez más en el testamento de Cristo en el calvario.

A. Por Él, con Él y en Él,

T. Nos proponemos vivir y trabajar incansablemente en la construcción del Reino del Padre. Amén.

3

A. Por la mañana, sácianos, Señor, de tu misericordia,

T. Y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

A. Gracias, Señor, por Don Bosco,

T. Tú, nos lo has dado como Padre y Maestro; lo has colmado de dones extraordinarios de naturaleza y de gracia; él fue perfecta- mente humano entre sus contemporáneos y totalmente entregado a los hombres y a Ti, mediante un servicio fiel a los jóvenes, realizado con fortaleza, valentía y perseverancia, y con el calor de un corazón sensible y generoso.

A. Virgen María,

T. Tú indicaste a Don Bosco el campo de su misión y le inspiraste la fundación de nuestra Sociedad. Sigue mirando con benevolencia a esta familia tuya, y haz que sintamos, siempre viva en nosotros, tu presencia y tu acción. Madre de la iglesia y Auxiliadora de los Cristianos, puestos en tus manos y guiados por Ti, concédenos ser, entre los jóvenes, testigos del amor inagotable de tu Hijo. Amén.

4

A. María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia,

T. Creemos que ocupas un puesto singular en la historia de la salvación y que eres la maestra y guía de nuestra Familia Salesiana.

A. Con alegría contemplamos,

T. Y queremos imitar tu fe y tu disponibilidad en manos del Señor, tu gratitud ante las maravillas realizadas por el Padre, tu caridad pastoral y tu fidelidad junto a la cruz.

A. Nos confiamos a Ti con amor de hijos:

T. Inmaculada Virgen María, nos formas en la plenitud de la donación; Auxiliadora, nos infundes aliento y confianza en nuestro servicio al pueblo de Dios.

A. Te rogamos, Virgen Santísima,

T. Que nos sigas protegiendo a cada uno de nosotros, a nuestra Congregación, a la Familia Salesiana y a los jóvenes que nos has encomendado. Amén.

5

A. ¡Oh María! Virgen Poderosa:

T. Tú, la grande e ilustre defensora de la Igle- sia; tú, Auxiliadora admirable de los cristianos.

A. ¡Oh Madre!, defiéndenos en nuestras angustias.

T. En nuestras luchas y en nuestras necesidades, líbranos del enemigo; y en la hora de la muerte llévanos al cielo. Amén.

6

A. Madre del Redentor

T. Virgen fecunda, Puerta del cielo siempre abierta, Estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu Santo Creador, y permaneces siempre Virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel y ten piedad de nosotros pecadores. Amén.

7

A. Gracias por ser Santa María,

T. Porque te abriste a la gracia de Dios y a la escucha de la Palabra desde siempre.

A. Gracias,

T. Por haber acogido en tu seno purísimo a quien es la Vida y el Amor. Gracias, por haber mantenido tu “Hágase” en todos los acontecimientos de tu vida.

A. Gracias por tus ejemplos

T. Dignos de ser acogidos y vividos. Gracias por tu sencillez y docilidad, por tu magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha y fidelidad, por tu magnanimidad y reverencia, y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza entre sí y que Dios nos permite observar en Ti.

A. Gracias por tu mirada maternal,

T. Por tu intercesión, tu ternura, tu auxilio y orientaciones. Gracias por tantas bondades. En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús y Madre nuestra. Amén.

8

A. Madre siempre fiel:

T. Cuando te asaltó la incertidumbre, cuando las cosas se te hacían complicadas, supiste confiar. ¡Y cómo confiaste! en el momento cumbre de la historia con decisión y firmeza, pronunciaste aquel bienaventurado “Hágase”, del que viene nuestra salud.

A. Obtenme, Santa María de la confianza, el auxilio divino que me permita superar las dificultades de la vida. Que así sea.

9

A. Enséñame, Oh María Auxiliadora,

T. A ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.

A. Ayúdame a olvidarme de mí mismo

T. Para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos, de tal modo, que sea yo el único que los padezca.

A. Enséñame a sacar provecho de mis sufrimientos,

T. A usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho ni despótico.

A. Que nadie sea menos bueno,

T. Menos sincero y amable, menos noble y santo, por ser compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna. Amén.

10. Oración a san Juan Bosco

A. Padre y maestro de la juventud, San Juan Bosco,

T. Que, dócil a los dones del Espíritu Santo, legaste a la Familia Salesiana el tesoro de tu predilección por los pequeños y los pobres, enséñanos a ser cada día para ellos signos y portadores del amor de Dios, cultivando en nuestro ánimo los mismos sentimientos de Cristo, Buen Pastor.

A. Pide para todos los miembros de tu familia

T. Un corazón bondadoso, constancia en el trabajo sabiduría en el discernimiento, valor para testimoniar el sentido de Iglesia y generosidad misionera.

A. Alcánzanos la gracia

T. De ser fieles a la alianza que el Señor ha sellado con nosotros; y haz que, guiados por
María, recorramos gozosamente con los jóvenes el camino que conduce al amor.
Amén.

11

A. ¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía!

T. Yo me ofrezco enteramente a Ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón; en una palabra, todo mi ser.

A. Ya que soy del todo tuyo,

T. ¡Oh, Madre de bondad!, Guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

12

A. Señor, enséñame a ser generoso,

T. A dar sin calcular, a devolver bien por mal, a servir sin esperar recompensa, a acercarme al que menos me agrada, a hacer el bien al que nada puede retribuirme; a amar siempre gratuitamente, a donarme en todo y cada vez más a aquel que necesita de mí, esperando sólo de Ti la recompensa, o mejor, esperando que Tú mismo seas mi recompensa. Amén.

13

A. Virgen María,

T. Dame un corazón semejante al tuyo, firme en sus afectos e inquebrantable en su fidelidad; un corazón afectuoso, que irradie ternura serena y no rehúse entregarse a los demás; un corazón delicado, capaz de poner amor en los pequeños detalles y en los humildes servicios; un corazón casto, libre de pecado. Amén.

14

A. Bendita sea tu pureza,

T. Y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial princesa,
Virgen Sagrada, María,
yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, Madre mía!
Ahora y en mi última agonía,
sé mi amparo y protección.
Amén.

15. Bendición de María Auxiliadora

A. Nuestro auxilio es el nombre del Señor

T. Que hizo el cielo y la tierra. (Dios te salve, María…)

A. Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios;

T. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Oh Virgen gloriosa y bendita.

A. María, Auxiliadora de los Cristianos,

T. Ruega por nosotros.

A. Señor, escucha nuestra oración,

T. y llegue a Ti nuestro clamor.

A. El Señor esté con ustedes,

T. y con tu espíritu.

A. OREMOS:

Dios Todopoderoso y eterno, que con la ayuda del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de María, la Virgen Madre, para ser digna morada de tu Hijo; al recordarla con alegría, líbranos, por su intercesión, de
los males presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

T. Amén.

A. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

T. Amén.

16

A. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia;

T. Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea!, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!


A. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,

T. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Consagración del mundo a María Auxiliadora

¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Tú, pues, ¡oh, Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.

Te suplicamos ¡oh, dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la juventud, expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.

Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.

Haz, ¡oh, María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea.

Un gracias por Don Bosco

A. Te damos gracias, Señor,

T. Por habernos entregado a Juan Bosco, verdadero educador y amigo de los niños y jóvenes de éste y de todos los tiempos.

A. Te damos gracias, Señor,

T. Por la vida de Juan Bosco.

A. Gracias, Señor,

T. Porque él, desde niño, aprendió el valor del trabajo. Tuvo que luchar para conseguir su gran ideal. Fue campesino, sastre, zapatero, saltimbanqui y titiritero, herrero y empleado de café. Pero sobre todo, fue siempre un buen hijo para su madre Margarita.

A. Te damos gracias Señor,

T. Porque hiciste de Juan Bosco un “gran soñador”. Desde niño, quiso transformar los “lobos en corderos”; y, siendo sacerdote, fue el gran pastor de incontables jóvenes, a quienes consagró su vida y para quienes fue siempre, un verdadero padre.

A. Te damos gracias Señor,

T. Por San Juan Bosco, Padre y Maestro de la Juventud, profeta de la educación en los tiempos nuevos; apóstol de la sana alegría y amigo entrañable de los jóvenes, quien decía: “me basta que sean jóvenes para que yo los quiera”.

A. Basta testigos así,

T. Para que muchos creamos que Tú eres el Dios del amor. Amén.

Oración a san Juan Bosco

Oh Padre y Maestro de la Juventud, San Juan Bosco, que tanto trabajaste por la salvación de las almas, sé nuestro guía para buscar el bien de la nuestra y la salvación del prójimo; ayúdanos a vencer las pasiones y el respeto humano; enséñanos a amar a Jesús Sacramentado, a María Auxiliadora y al Papa; y, obtennos de Dios una santa muerte, para que podamos un día hallarnos juntos en el cielo. Así sea.

Oración por el bicentenario del nacimiento de san Juan Bosco

A. Padre y Maestro de la Juventud, San Juan Bosco

T. Que, dócil a los dones del Espíritu y abierto a las realidades de tu tiempo fuiste para los jóvenes, sobre todo, para los pequeños y los pobres, signo del amor y de la predilección de Dios.

A. Sé nuestro guía en el camino de amistad con el Señor Jesús,

T. De modo que descubramos en Él y en su Evangelio, el sentido de nuestra vida y la fuente de la verdadera felicidad.

A. Ayúdanos a responder con generosidad

T. A la vocación que hemos recibido de Dios, para ser en la vida cotidiana constructores de comunión, y colaborar con entusiasmo, en comunión con toda la Iglesia, en la edificación de la civilización del amor.

A. Obtennos la gracia de la perseverancia

T. Al vivir una cota alta de la vida cristiana, según el espíritu de las Bienaventuranzas; y haz que, guiados por María Auxiliadora, podamos encontrarnos un día contigo en la gran familia del cielo. Amén.

Oración para pedir la canonización de Mamá Margarita

A. Te damos gracias,

T. Dios, Padre nuestro, porque has hecho de Mamá Margarita una mujer fuerte y sabia; una madre heroica y una experimentada educadora.

A. Danos el gozo de verla glorificada,

T. A fin de que resplandezca en todos, el camino de santificación, vivido en el día a día, y en el humilde servicio al prójimo.

A. Por su intercesión,

T. Concédenos las gracias que te pedimos con corazón confiado.

A. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

T. Amén

Oración para pedir la canonización del beato Miguel Rúa

A. Dios Omnipotente y misericordioso,

T. Tú pusiste sobre las huellas de San Juan Bosco, al Beato Miguel Rúa, quien imitó sus ejemplos, heredó su espíritu y propagó sus obras; ahora, que con la beatificación lo has elevado a la gloria de los altares, dígnate multiplicar su patrocinio hacia los que lo invocan y apresurar su canonización.

A. Te lo pedimos por intercesión de María Auxiliadora, la que amó y honró con corazón de hijo, y por mediación de Jesucristo, Nuestro Señor.

T. Amén.

 


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